El talento del Liceo

El sábado murió, a la edad de 85 años, una mujer excepcional, Montserrat Caballé. Todo lo que he leído sobre ella va acompañado de la palabra discreción. Tuvo una infancia sin comodidades y gracias a una tenacidad constante llegó a ser la mejor soprano del siglo XX, comparada incluso con María Callas (esta otra artista llego a decir en una ocasión que “solo La Caballé puede sucederme”)

Se formó en la lírica gracias a la beca de una familia adinerada de Barcelona. En el Liceo, consiguió mecenas que después apostaron por ella y la ayudaron a ser el mito en el que se ha convertido. Buena embajadora de este Teatro y de la capital catalana, ciudad a la que representó y dejo en el mejor lugar, siempre que tuvo ocasión, con el máximo orgullo.

Me sorprende la osadía del comentario que le hizo un ignorante crítico italiano, al hacerle una prueba para una obra: “hija mía, vuelva a España y cásese”. Suerte que ella creía en sí misma, suerte que tenía personas alrededor que apostaron por ella, suerte que la vida le fue poniendo oportunidades que ella supo aprovechar, como la ocasión de sustituir a Marilyn Monroe en Lucrecia Borgia (NY, 1965), que fue un éxito arrollador. Una buena amiga, llamaría a esta suerte, simplemente sincronicidad.

Revolucionario fue el dúo con Freddie Mercury, en homenaje a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. Supo aprovechar el gran talento que fue su voz. Estos días lo describen como pleno, potente, bello, dotado de tersura, nitidez, pureza y suavidad. Con un timbre iridiscente y tornasolado. Vamos, como el mío, que no canto ni en la ducha porque seguro que se pone a llover.

El final de sus días ha sido sin estridencias, sin ruido. Como la vida que ella quiso llevar, a pesar de ser una diva que se negaba a ser calificada de este modo, tal y como dijo en varias ocasiones, haciendo honor a su humildad.

Quizás, de lo aprendido de esta gran mujer, me quedo con lo dijo a un reputado periodista:

“Quien hace la carrera de un cantante es el público y esto parece que lo olvidamos. Aunque suene muy pedante, cuando se canta como yo he cantado, no hacen falta entrevistas. Se las concedes a los amigos de vez en cuando, pero no tienes agente de publicidad ni todas estas cosas que se usan hoy. Puedes permitirte ser gordo, porque la voz que emites en la escena, cautiva, embelesa, y hace llorar al público. Un cantante de hoy que tuviera unas cualidades excepcionales, si quisiera podría no hacer entrevistas”

Al final, es cierto aquello de que si quieres algo, solo tienes que lucharlo. No hacer caso de personas que puedes tener alrededor, que no creen en ti y que pueden hacer que tú  no creas en ti. Sé humilde pero cree en ti, porque uno mismo es el primero que se pone límites a su talento.